Síndrome antifosfolipídico: Repercusiones maternas




El síndrome antifosfolipídico fue definido por Hughes en 1983, describiendo episodios de trombocitopenía y abortos, cuya prevalencia aún es desconocida y puede ser detectado en el 15% de las mujeres en edad reproductiva. Se sospecha que su etiología tiene un origen infeccioso y trombogénico; asimismo, los anticuerpos antifosfolipídicos pueden causar abortos mediante una falla en la invasión de la endovasculatura por los trofoblastos, disminución de la interleucina y alteración de la secreción placentaria. La complicación clínica obstétrica más importante es el aborto recurrente antes de la semana 10, preeclampsia, eclampsia, hemolisis, trombocitopenia y retardo de crecimiento fetal; y, para facilitar su diagnóstico se requiere de un criterio de laboratorio y de un criterio clínico. El aborto y la muerte fetal son complicaciones especificas en casos de síndrome antifosfolipídico confirmado. La combinación de aspirina con heparina es considerada, actualmente, el estándar para un adecuado tratamiento y es importante iniciar el tratamiento oportunamente, incluso antes de la concepción. Durante el puerperio, se recomienda un control y monitoreo hasta las seis semanas posteriores a la culminación del embarazo. Por lo tanto, todas las pacientes deben de ser informadas sobre el riesgo materno-fetal.



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INVESTIGACIÓN SATISFACCIÓN LABORAL EN CONSULTA EXTERNA DE GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA